Hace solo un par de décadas, Venezuela tenía uno de los ingresos per cápita más elevados en Latinoamérica.
La economía venezolana se colapsa, con una caída estimada del PIB cercana a 9.0 por ciento en 2016 y se espera que siga la misma tendencia este año; así como una inflación superior a 600 por ciento, la cual sigue subiendo.
Un problema con sus estadísticas es que muchas de ellas se han dejado de publicar o simplemente no son creíbles. Este caso sorprende porque este país tenía uno de los ingresos per cápita más elevados en Latinoamérica hace sólo un par de décadas.
Venezuela se suma al desastre económico de esta región del mundo, en donde varias naciones han tenido colapsos económicos en el siglo pasado, como son los casos de Argentina y Brasil, Chile y México, Perú y Bolivia, así como varias centroamericanas más.
Esto contrasta con el desarrollo sostenido en la mayoría de las naciones de Oriente, destacando los casos de Corea del Sur, de Singapur y de China de manera destaca en las pasadas décadas.
Varios piensan de manera errónea que por tener sistemas políticos democráticos y elecciones libres debería obtenerse un alto nivel de bienestar.
Es importante enfatizar que el sistema político no es garantía de que se lograrán elevadas tasas de crecimiento económico. La democracia per se no produce desarrollo económico, así como las dictaduras no provocan pobreza en los países.
Son las correctas medidas de política económica las que fomentan el crecimiento y la creación de empleos productivos y puedan lograrse de manera independiente al sistema político.
Un ejemplo reciente es lo que ha sucedido en China comunista, en donde sigue en el poder el mismo partido político de férreo control, pero la economía ha logrado un impresionante avance.
Mientras en la década de los sesenta los habitantes de este país tenían uno de los niveles de vida más bajos del mundo y con frecuencia sufrían hambrunas (como la sucedida en 1958-1961 donde se calcula que murieron más de 30 millones de personas), hoy su economía es la segunda del planeta.
Otro caso destacado es lo sucedido en Perú en donde existía hiperinflación de casi nueve mil por ciento y caídas del PIB de diez por ciento al inicio de la década de los noventa, y en los pasados años han logrado gran estabilidad macroeconómica con uno de los crecimientos más elevados de Latinoamérica.
El secreto es adoptar políticas económicas que propicien la inversión productiva y la capacitación de las personas (lo que se denomina inversión en capital humano), independientemente de la ideología del gobierno en el poder. La inversión pasada determina lo que pasará en los países en el futuro.
Para que se pueda elevar la inversión se requieren las siguientes condiciones:
- Certidumbre legal, lo que significa que no se tendrán expropiaciones de las empresas y de los activos de los particulares.
- Seguridad física y patrimonial de las personas, así como la existencia de la propiedad privada.
- Bajas tasas de inflación, para poder inferir los deseos de los consumidores y los costos reales de las empresas.
- Obtención pública y con bajo costo de información realista y verídica.
- Acceso a los distintos mercados, tanto por parte de los productores y los comerciantes, como de los consumidores.
- Bajas tasas de impuestos, de déficit fiscal y de tasas de interés.
- Eliminación de monopolios, tanto públicos como privados.
- Bajos niveles de corrupción, ya que es un impuesto adicional y causa de inseguridad importante.
- Libertad de operar en los distintos mercados, sin controles de precios, con pocas regulaciones y distorsiones, y con competencia interna y externa.
- Reglas claras y pocas regulaciones, pero la existencia de un gobierno fuerte que las haga respetar.
En el caso de Venezuela y de otros países que han sufrido crisis económicas no se tienen las condiciones previas para que puedan operar los mercados, lo que se traduce en desabasto de alimentos, bienes y servicios de distinto tipo. Cualquier gobierno que distorsione los mercados tiene el riesgo de tener colapsos económicos.