Afganistán posee un fabuloso tesoro de reservas minerales. Valoradas en más de 800.000 millones de euros, las reservas minerales de Afganistán podrían alterar radicalmente la economía de uno de los países más pobres pero con mayor importancia estratégica del mundo. Fuente: ABC.es Internacional
ECONOMIA DE GUERRA. Cuando pensábamos que las cosas comenzaban a estabilizarse, con tendencias políticas trumpistas más ecuánimes y sensatas, el magnate norteamericano vuelve a darnos un revés, recordándonos que nada es como antes. Que la incertidumbre, la ambición, el protagonismo político y la inconsistencia, seguirán siendo pan de todos los días.
El sorpresivo ataque de aproximadamente 60 misiles crucero, por parte de Estados Unidos a Siria, como respuesta al ataque químico que mató a decenas de personas en la ciudad de Idlib, lejos de pretender apoyar a Siria, refleja las intenciones claras del gobierno estadounidense, por impulsar nuevamente una economía de guerra; muy al estilo de otros republicanos como George W. Bush.
Ustedes se preguntarán: ¿será cierto esto de la economía de guerra? pero, ¿por qué es un error el que Trump haya intervenido en Siria, cuando este pobre país lleva en guerra más de 6 años, sin que nadie – ni la ONU – haga nada al respecto? La respuesta se puede aclarar, atando varios cabos.
En su libro de campaña, América Lisiada, Donald Trump declara abiertamente que el impulso al sector militar, no es sólo para “proteger la seguridad interna” de su país, sino para generar prosperidad económica, al ser un gran negocio.
- Trump también declaró en febrero de este año: “Tenemos que empezar a ganar guerras de nuevo”, mientras prometía un aumento del presupuesto para las Fuerzas Armadas, a más de 54mil millones de dólares (9.3%). El rearme contemplado -el mayor en una década- abarca también la ampliación de su arsenal nuclear. (El País; 2017)[1]
- El presupuesto general propuesto por el presidente estadounidense, implica, además del incremento militar antes mencionado, un aumento considerable al presupuesto destinado a seguridad interna y un decremento sin precedentes para los sectores de medio ambiente, cooperación internacional y programas nacionales.
- El ataque a Siria por parte de Estados Unidos, se dio sólo dos días después del ataque químico, acusando Trump abiertamente al gobierno de Bashar Al-Assad, como perpetrador de tal crimen, aun sin indagación alguna previa que corroborara tal hecho.
Cabe mencionar que desde el 2013, el gobierno sirio renunció al uso de armas químicas, por medio de un acuerdo que fue respetado hasta éste reciente incidente. El gobierno sirio niega rotundamente su participación en el ataque, considerándolo una “fabricación” por parte del gobierno estadounidense, para justificar el subsecuente ataque con misiles.
No se trata en ningún sentido de defender lo indefendible en el gobierno de Al-Assad. Ese es otro tema que ya hemos atendido en otro momento (ver el artículo previo: Siria. Reflejo de la Obsolescencia de los Organismos Internacionales, en la edición Diciembre – Enero 2016, Año 10, No. 60, Revista GENTE, Quintana Roo).
Se trata de ampliar la perspectiva y el panorama sobre las estrategias oportunistas del flamante gobierno norteamericano, basadas en la conveniencia propia, a costa de la seguridad internacional. El conflicto en Siria para Trump, claramente es irrelevante. Lo relevante es la situación de crisis que vive ese país árabe, y algunos otros, para tan conveniente economía de guerra que se pretende impulsar.
Los casos de Corea del Norte y ahora hasta Afganistán, no hacen más que sustentar esta teoría. Después del ataque a Siria, las amenazas contra Corea del Norte -que se ha encargado de incrementar la tensión mundial, con sus pruebas nucleares- han ido escalando a tal grado de que Estados Unidos ya comenzó un despliegue militar en la zona norcoreana. La amenaza se extiende hasta China, con un Trump empecinado en criticar al gobierno de Xi Jinping, por su inacción frente a Corea del Norte. Pareciera que su intención es elevar los ánimos ambivalentes con la potencia asiática…
Finalmente, la bomba no nuclear más potente que tiene Estados Unidos, fue lanzada de manera absolutamente sorpresiva en Afganistán; apenas unos días después del ataque a Siria. El objetivo: ISIS. Aun cuando se aclara que este ataque fue avalado por el gobierno afgano, y se destruyeron túneles y refugios estratégicos del Estado Islámico, además de la muerte de alrededor de 40 yihadistas, se trató de un bombardeo directo, sin previa advertencia o consenso con otras potencias militares; mostrando el poderío armamentista y las intenciones provocativas de guerra de Estados Unidos.
En tiempos de campaña, Trump no dejó de calificar la política no intervencionista de Obama sobre el ISIS, como “desastrosa”.
Es cierto que la administración de Obama cometió serios errores sobre cómo manejar la escalada de ese grupo terrorista, pero cualquier intención de resolución sobre esta grave problemática de índole global, debiera seguirse basando en la negociación, los acuerdos y las estrategias de acción conjunta pactados entre las diversas naciones que tienen influencia política, económica y militar en la región; no en la violencia unilateral y el ataque bélico directo, que incita abiertamente a la guerra. Son varios los indicios fácticos correlacionados, es clara la intención y previsible el resultado.
[1] Periódico El País (2017), Trump anuncia una subida de 54.000 millones de dólares en el presupuesto militar. Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/27/estados_unidos/1488210234_980587.html