#SinVotoNoHayDinero representaría un ahorro de 2,250 millones de pesos anuales
Pedro Kumamoto aterrizó en el sistema político mexicano como un extraterrestre de una galaxia lejana. Kuma, como lo conocen sus cuates, lanzó su candidatura independiente a la diputación del Distrito 10 del estado de Jalisco. Con apenas 25 años de vida, mucho trabajo y gastando las suelas de sus tenis, Kumamoto realizó una campaña anormal e inédita en la historia de la democracia mexicana: apenas costó 242 mil pesos. Con ese dinero un político tradicional apenas puede organizar una kermés en un kínder, pero Kumamoto hizo una campaña que se impuso sobre las maquinarias electorales de la partidocracia.
En un país donde el político promedio se marea al subirse a un ladrillo, Kuma mantiene los humos a niveles bajos. Como legislador local en Jalisco ha logrado sortear su soledad política, al ser el único diputado independiente en un Congreso con 39 curules ocupadas por los sospechosos comunes.
Para los partidos tradicionales, Kumamoto es el mismísimo Masiosare, un extraño enemigo que llegó a aguar la fiesta y a poner sobre la mesa una serie de preguntas incómodas. Sin embargo, con un poco más de sensatez y generosidad, los partidos políticos deberían ver a Kumamoto no como un competidor hostil, sino como el amigo que le quita la botella a su cuate que padece problemas de alcoholismo.
Junto con el diputado federal Manuel J. Clouthier, Kuma impulsó la iniciativa #SinVotoNoHayDinero, que busca dignificar la política y modificar los criterios con los que se asigna dinero público a los partidos políticos. En la medición que realizó Consulta Mitofsky sobre la confianza en las instituciones mexicanas en 2016, los partidos políticos ocuparon el último lugar. Lo mismo pasó en 2015. Mediciones semejantes arrojan el mismo resultado: los partidos políticos son los campeones nacionales de la desvergüenza.
El problema es que los partidos son fundamentales para el funcionamiento de una democracia. Las candidaturas independientes son una bienvenida bocanada de aire fresco, pero no pueden suplir el rol de intermediación política y representación ideológica que cumplen los partidos. La propuesta de Clouthier-Kumamoto es un calambre funcional a nuestra anquilosada partidocracia.
Para blindar sus fuentes de financiamiento, los partidos políticos pusieron en la Constitución las reglas para regar sus flores con el erario público. En el Artículo 41 de la Carta Magna, se establece que el número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral es un factor clave para determinar los recursos que reciben los partidos.
El proyecto Clouthier-Kumamoto busca que en lugar de la lista nominal, las personas que pueden votar, el financiamiento dependa de los ciudadanos que efectivamente votaron en la elección inmediata anterior de diputados federales. El cambio en la fórmula de financiamiento representaría un ahorro de 2,250 millones de pesos anuales. Este recorte seguramente lastimaría los bolsillos de los partidos pero les ayudaría a forjar un activo más importante: la constitución del respeto.
Al requerirse un cambio constitucional para la iniciativa #SinVotoNoHayDinero no se puede aplicar la figura de iniciativa ciudadana que se usó con la Ley 3 de 3 el año pasado, que sólo requería una modificación a las leyes secundarias. Los políticos profesionales se enojan porque les quieran lanzar pañales apestosos y jitomates. Pedro Kumamoto les puso sobre la mesa el mejor escudo para protegerse de la ira colectiva: una propuesta clara y concreta para revertir su desprestigio. La iniciativa ya está en la Cámara de Diputados, a la espera de que los legisladores agarren el salvavidas que les echaron desde Jalisco.