“Mis estimaciones dicen que al 13 de enero, la inflación anual en Venezuela llegaba al 392%, una cifra que sería más del doble que la que reconocen las autoridades”. Steve Hanke, experto internacional en el estudio de la hiperinflación.
“Hoy los venezolanos luchamos de manera pacífica y constitucional contra una dictadura que se beneficia y saca provecho de quienes por temor o por simple desconocimiento la desconocen como tal. Una dictadura de nuevo cuño y adaptada a los nuevos tiempos, pero con la misma esencia asesina, hambreadora y violadora de los derechos humanos de las de antes. Una dictadura que, por el bien de nuestro futuro y el de nuestros hijos, merece ser derrotada… Una dictadura que nos impone un momento de definiciones, porque, como dijo una vez el premio Nobel de la paz Desmond Tutu: “si eliges ser neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. Leopoldo López, líder opositor encarcelado
El problema económico de la escasez se puede resolver por medio de uno de dos mecanismos, que son:
1) Los sistemas de mando o control, en los cuales una autoridad tiene la facultad de controlar la producción y asignar los bienes y servicios para su consumo; y 2) el sistema de incentivos basados en los precios como asignadores de la producción y el consumo; esto es, el equilibrio entre la oferta y la demanda de los distintos bienes determinan los precios y las cantidades intercambiadas en los mercados individuales.
En este segundo caso no existe una entidad o autoridad que determine qué se debe de producir, cómo debe de ser la producción y los consumos, sino son los mismos consumidores y los fabricantes quienes lo determinan y las autoridades fijan las ‘reglas del juego’ con un Estado de derecho que se respete.
En la práctica no existen sistemas puros; algunas economías se acercan más a un esquema que a otro. Incluso existen indicadores de libertad en los mercados que catalogan a los distintos países dependiendo la medida en que operan mejor sus sistemas de precios, es decir con menos distorsiones y con mayor grado de libertad.
Es por lo anterior que resulta muy interesante lo que está ocurriendo en Venezuela, en donde su presidente anunció recientemente que extiende por un año más el Estado de Excepción y Emergencia Económica en el país, que fue promulgado en febrero pasado, lo que le permite dictar leyes sin recurrir al Poder Legislativo para resolver el grave problema de escasez de productos básicos que hay en ese país.
Algunos aspectos relevantes que contiene este decreto se refieren al control de precios y de cambios de la divisa, el imponer límites máximos de ingresos y egresos a las personas, restricciones a las operaciones financieras y se le faculta requerir de los dueños de las empresas los bienes y mercancías para garantizar el abasto de alimentos de primera necesidad. En caso contrario, las empresas podrían ser expropiadas por las autoridades.
Hasta la fecha, para la población los resultados de este control de la economía no han sido afortunados e incluso se pueden clasificar como contrarios a los objetivos planteados. Por ejemplo, se prevé que la economía de ese país latinoamericano se contraerá 7.0 por ciento en el presente año y se estima que los precios al consumidor están subiendo en 180 por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado, pero que pueden llegar a elevarse más de 700 por ciento al final del año. Esto se traduce en una caída drástica en el ingreso de los trabajadores.
Aunque parte de la causa de este deterioro venezolano se debe a la caída en los precios del petróleo, que es su principal fuente de ingresos externos, otros países que también dependen del petróleo o de otras materias primas han tenido mejores ajustes. En este último caso está México, país que ha tenido una caída de 50 por ciento en sus ingresos del petróleo pero mantiene un crecimiento superior a 2.4 por ciento y una tasa de inflación inferior al tres por ciento.
La evidencia histórica y mundial muestra que aquellos países que utilizan primordialmente el sistema de precios para resolver el problema de escasez disfrutan un mayor nivel de vida y de libertad para sus poblaciones, que aquellos que utilizan los sistemas de control y mando. En la medida en que los gobiernos coartan la libertad de producir y de consumir de sus ciudadanos, reducen el nivel de vida en los países.