“El verdadero debate hoy en día gira en torno a encontrar el balance correcto entre el mercado y el gobierno. Ambos son necesarios. Cada uno puede complementar al otro. Este balance será diferente dependiendo de la época y el lugar”. Joseph E. Stiglitz. Premio Nobel de Economía 2001
FUTBOL Y EL SISTEMA DE MERCADO. Entre más veo los distintos partidos del Mundial de Futbol, más concluyo que hay gran cantidad de analogías entre un buen sistema de mercado, que funcione de manera correcta, y un buen partido de soccer y en general en cualquier deporte.
Por ejemplo, para que un partido sea bueno, los equipos y jugadores hagan su mejor esfuerzo y se tenga un buen espectáculo para beneficio del público, se deben tener reglas claras, que las mismas sean conocidas y aceptadas por todos los participantes, así como contar con un árbitro que sea justo y que aplique el reglamento de manera estricta, general y sin distingo de los equipos que estén jugando.
El papel del árbitro es fundamental para que se mejore la calidad de los partidos, de los torneos y quede satisfecho el público. En contraste, basta que el árbitro sea parcial y favorezca a un equipo para que se generalice la violencia, los jugadores dejen de participar haciendo su mejor esfuerzo y se deteriore todo el juego.
Sería peor si se permitiera que el árbitro cambiara las reglas a mitad de los partidos porque considera que un equipo está muy débil y se le debe de ayudar, porque no es “justo” que pierda porque tiene jugadores más flacos o chaparros. E incluso sería todavía más injusto si se permitiera que en caso necesario los árbitros pudieran meter gol para apoyar a un equipo.
Si esto ocurriera los jugadores y entrenadores dejarían de dedicar tanto tiempo y esfuerzo a mejorar su calidad de juego, para tratar de convencer a los árbitros de que son más débiles y que les deben de ayudar en los partidos.
Uno de los principales perdedores en este escenario sería el público porque no sabría qué regla estaría aplicando el árbitro y bajo qué criterio lo estaría haciendo, además de que la calidad de los partidos se deterioraría. Así mismo, esto fomentaría la corrupción.
La situación se parece al funcionamiento de los mercados: Se debe dejar a los competidores (esto es a los productores y comerciantes) a que compitan entre sí para que ofrezcan los mejores productos y servicios a los consumidores. Esta competencia mejora la calidad de los productos en los mercados, reduce sus precios y se beneficia a los consumidores.
Por su parte, el árbitro de los mercados, es decir el gobierno, debe de asegurarse de que se tengan reglas claras, justas y conocidas por todos los participantes para que se logre la competencia. Gran parte de su responsabilidad es hacer que se cumplan las reglas de los mercados, como son evitar que un solo equipo se quede con las pelotas y sólo juegue él, esto es, evitar la creación de monopolios y las restricciones a la competencia, así como imponer castigos justos a quienes “hagan trampas”, sin importar en que equipo juegan.
El hecho de que el gobierno no sólo sea el árbitro de la competencia, sino que también pueda “jugar”, esto es, que produzca productos compitiendo contra las empresas o que aplique reglas que tengan como objetivo castigar y perjudicar a un equipo para así beneficiar a otro, destruye el correcto funcionamiento de los mercados.
Y esto es lo muchos gobiernos realizan.
Se ha comprobado que el mecanismo que permite la mayor creación de riqueza, de empleos y de bienestar para la población es la existencia de mercados eficientes, por lo que la incorrecta intervención de los gobiernos empobrece a los habitantes de los distintos países y esto lo observamos de manera reiterada en nuestros países. Esto que parece tan sencillo en el futbol, parece ser muy difícil que se entienda para mejorar el funcionamiento de los mercados.