La estrategia estadounidense de aumentar la presión sobre Venezuela podría tener graves consecuencias en un país colapsado, que enfrenta inquietantes escenarios ante la crisis del coronavirus.
La crisis del coronavirus está sirviendo de trasfondo para iniciativas que van mucho más allá del combate a la epidemia. La decisión del gobierno estadounidense de poner en marcha una gran operación militar en aguas internacionales cerca de las costas de Venezuela para intensificar la lucha contra el narcotráfico se inscribe en este contexto. “No podemos permitir que los carteles de la droga exploten la pandemia para poner en riesgo vidas estadounidenses”, fue la fundamentación que entregó el presidente estadounidense Donald Trump al anunciar la medida.
Francine Jácome, directora ejecutiva del Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos (Invesp), estima que, ante la pandemia, efectivamente hay en Estados Unidos mucha preocupación por los efectos del tráfico de drogas en la población. “Pero también se está utilizando como un factor adicional para presionar al gobierno venezolano”, señaló a DW la académica. “Eso está directamente asociado a lo que vimos la semana pasada, con la acusación formal de narcotráfico contra el presidente Maduro y otros altos funcionarios del gobierno venezolano”.
Ronal F. Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Colombia, apunta que el de Caracas es un régimen dictatorial que ha destruido el sistema de salud pública y se encuentra debilitado en este contexto. “Pareciera que Estados Unidos y algunos sectores de la oposición venezolana, junto con otros países, entre los que se incluye Colombia, creen que ha llegado el momento de generar la presión para poner fin a la dictadura de Nicolás Maduro”. Pero en la actual situación, opina que “subir la apuesta, moviendo al personal militar, es muy preocupante”.
Mal momento
Las razones que esgrime son contundentes. “A veces pareciera que el manejo errado del tema interno del coronavirus en Estados Unidos también se quisiera llevar al plano internacional”, afirma. Hace notar que “todos los países de la región estamos con dificultades muy fuertes. Creo que no es el momento para la transición en Venezuela; la transición venezolana va a necesitar apoyo internacional, el apoyo de organismos multilaterales, de especialistas en diversas áreas.
No es simplemente quitar las cabezas de un régimen corrupto, sino que también implica la transformación de un Estado, y eso va a requerir muchos recursos internacionales”. Recursos que no están disponibles ahora que cada país está más preocupado por su propia situación interna. “Incluso Colombia, que es uno de los países llamados a jugar un papel fundamental en la transición en Venezuela, no tendría capacidades para hacerlo”, dice. Un ejemplo: no existe por ahora la posibilidad de organizar sistemas que permitan la participación de los venezolanos que se encuentran en el exterior.
Francine Jácome afirma, por otra parte, que la estrategia estadounidense alimenta e incluso fortalece el discurso del régimen, que atribuye a las sanciones la miseria que padece la población. A su juicio, “el cerco internacional también influye sobre esa incapacidad del gobierno, porque es indudable que en esta situación Venezuela realmente necesita recibir de la comunidad internacional recursos financieros y ayuda humanitaria”.
¿Peligro de intervención militar?
Pero el cerco se estrecha más. No obstante, la directora de Invesp no ve peligro de una intervención militar en Venezuela. “Esa es la alternativa más improbable que existe en este momento”, afirma. “Eso sería rechazado en Estados Unidos, más aún considerando la coyuntura actual. Además, es una idea que ha sido rechazada por todos los países de la región latinoamericana”.
Ronal Rodríguez tiene una visión diferente. “No sabría decir si el escenario militar ha sido totalmente descartado, porque se están estableciendo las bases para eso”, señala, recordando los hechos que precedieron a la intervención en Panamá. Menciona también algunos factores electorales, como la importancia de la comunidad venezolana en Florida, uno de los estados más golpeados por el coronavirus.
Y vuelve a destacar el mal manejo de la crisis sanitaria por parte del gobierno de Trump: “Que Estados Unidos sea el país que más casos tiene de coronavirus ya es una derrota. A veces uno pensaría que lo único que podría distraer un poco la atención internacional de lo que está pasando en Estados Unidos es que ocurra una tragedia peor en la región”.
Con información de Deutshe Welle DW