Una pésima comprensión de lo que significa la democracia ha llevado a que algunos mexicanos piensen que cuando los partidos políticos se ponen de acuerdo se trata de algo negativo. No entienden que la democracia consiste precisamente en eso: en hablar, pactar, lograr acuerdos, encontrar zonas de consenso, defender ideas comunes, etcétera. Donde no se habla es en el de las dictaduras, en las que no se requiere ningún acuerdo porque basta con lo que ordene el tirano.
Al contrario de lo que expresan las visiones sospechosistas que todo lo ven con suspicacia y desdén, me parece que la existencia misma del “Pacto por México” es una excelente noticia y creo que nos suministra una base de discusión impresionante para que entre todos avancemos hacia el país que queremos.
Que haya sido además firmado por el Presidente Peña Nieto y por los presidentes de los tres principales partidos políticos nacionales nos permite ser optimistas respecto de su viabilidad. Juntos, esos tres partidos y el poder ejecutivo pueden impulsar con éxito las reformas constitucionales, legales e institucionales que propone el texto del Pacto ya que tienen el número de votos necesarios para hacerlo a través del Congreso de la Unión, los congresos estatales, la Asamblea de Gobierno del DF y la administración pública tanto a nivel federal como local.
Hay que destacar que se trata de un documento programático de amplio alcance, debido a la gran cantidad de temas que abarca y al enfoque que se les da a todos ellos. Propone cosas como la “portabilidad” de los seguros médicos públicos, de forma que un derechohabiente pueda atenderse tanto en el IMSS como en el ISSSTE o en los sistemas estatales de salud, según mejor le convenga.
Propone igualmente un seguro de vida para las madres jefas de familia, para ayudar a sus hijos en caso de que falten, un seguro de desempleo para que quienes trabajan en el sector formal de la economía tengan un apoyo en caso de que pierdan el trabajo, un programa de pensión digna para los mayores de 65 años y un programa de combate al hambre (es indignante que en pleno siglo XXI todavía haya personas que pasen penurias alimentarias en México; aliviar ese dolor está perfectamente al alcance de nuestras manos y el Pacto así lo reconoce).
El Pacto se hace cargo de las cosas que ya comenzaron a ponerse en marcha en el sexenio pasado y que todavía están pendientes de ser instrumentadas. Por ejemplo, se refiere al impulso que todavía falta dar para que tengamos en todo el territorio nacional un sistema moderno de justicia penal, con juicios orales y derechos plenos para las víctimas de los delitos. El Presidente Peña impulsó esa reforma siendo gobernador del estado de México, que fue una de las tres primeras entidades federativas que tuvo juicios orales en todo su territorio. Ahora le toca hacerlo para todo el país. Para que la tarea sea más fácil se propone contar con un Código Penal Único y con un Código de Procedimientos Penales también único.
Una parte importante del Pacto lo ocupa la educación, que sin duda es el instrumento privilegiado para tener un futuro mejor. Se propone para ese efecto hace un censo de escuelas, maestros y alumnos, como paso indispensable para cualquier política pública educativa.
Se propone también un sistema nacional de evaluación educativa fortalecido y efectivo, autonomía de gestión para las escuelas, escuelas de tiempo completo, dotación de computadoras portátiles para niños de quinto y sexto grado de primaria con conectividad, servicio docente de carrera para evitar compra-venta o herencia de plazas magisteriales, un programa nacional de becas y un incremento de la cobertura para llevarla hasta el 80% en educación media superior y 40% en educación superior. La idea es que más niños y jóvenes estudien, pero también que esos estudios sean de mayor calidad, impartidos por docentes capacitados para ello.
Las propuestas educativas van de la mano con la idea de que se haga una reforma constitucional para garantizar el acceso a internet de banda ancha para todos los mexicanos (compromiso número 39 del Pacto) y con la inversión de cuando menos el 1% en Ciencia y Tecnología como desde hace años lo ha venido reclamando la ONU.
Son muchas más las cosas que propone el Pacto. Se trata de una agenda ambiciosa y necesaria, cuya consecución no puede ni debe quedar en manos solamente de los partidos. Entiendo que el Pacto es también un llamado para que los ciudadanos discutamos, analicemos, aportemos razones y argumentos, y sobre todo que participemos para hacerlo realidad. Con ello ganaremos todos, porque ganará México.