Una parte del lopezobradorismo local se ha convertido, casi casi, en la antítesis de lo que Andrés Manuel López Obrador ha pregonado durante toda su vida política, y está llevando a cabo hoy desde la Presidencia.
Carlos Joaquín absorbe a la 4T, y la vacía de contenido político. Hace unas pocas semanas, el secretario de gobierno estatal, Arturo Contreras, dijo a un grupo de políticos que lo escuchaban: “No tengan dudas de que la sucesión la va a manejar el gobernador; ya sea por su alianza o por MORENA, pero la va a manejar él”. La frase implica que Carlos Joaquín tendría, por su capacidad de negociación y alcance político, la opción de incidir en las candidaturas del lopezobradorismo de cara a 2021 y 2022, si se mantiene el favor del electorado hacia ese sector político.
Quizá lo sucedido en los últimos días, con algunos diputados de la 4T aprobando sin chistar la Cuenta Pública del estado, y los sonrientes recorridos que el gobernador y sus funcionarios hicieron por municipios morenistas del norte, sea parte de esa estrategia de quedarse con todo desde dentro del propio lopezobradorismo, quitándole a ese sector sus banderas políticas.
Esas parecen las señales del gobernador. Las que vienen desde el otro lado son confusas. Se trata de algo así como un lopezobradorismo “light”, sin personalidad propia ni proyecto, que empieza a mimetizarse con el histórico entorno político quintanarroense. Bajar la cabeza, ser obediente a los usos y costumbres, encontrar la rentabilidad en la oposición dócil, y esperar que esa actuación redunde en beneficios electorales.
Visto así, una parte del lopezobradorismo local se ha convertido, casi casi, en la antítesis de lo que Andrés Manuel López Obrador ha pregonado durante toda su vida política, y está llevando a cabo hoy desde la Presidencia.
Una cosa son los acuerdos políticos, necesarios en cualquier democracia. Otra muy distinta es que los partidos pierdan sus colores y sus principios, y que toda la clase política se funda en un color gris, opaco, de tonalidades indistinguibles, donde todo se ve igual.
CARLOS Y LA IMAGEN
En este mismo espacio se escribió semanas atrás una columna con el sugestivo título de “ES MARA”. (Ver abajo) En síntesis, proponía que hay una versión extendida de que la alcaldesa de Cancún es la elegida de Palacio Nacional y del propio gobernador para la sucesión 2022.
Pero también se dijo que esa versión se impulsa más desde el joaquinismo que desde MORENA. Hay como un mensaje implícito de que si a MORENA le toca ganar, y se decide que Mara sea la candidata, gran parte del arco político local estaría de acuerdo.
La sobreactuación estratégica del gobernador visitando casi por sorpresa un tianguis de la región 232 de Cancún, con Mara Lezama a un lado suyo, parece ser una señal en ese sentido. Antes, el propio Arturo Contreras había hecho un recorrido similar, y hasta el Estado envió un grupo de funcionarios a Solidaridad.
El problema es que esas señales, cuando se repiten y se convierten en algo normal, empiezan a ser más preocupantes que positivas. Sobre todo para la 4T.
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LA CUENTA PÚBLICA
Pero las cosas incluso fueron más extrañas de lo que parecen. A la par de que se mostró con Mara y mantuvo callado a gran parte del lopezobradorismo, el gobernador Carlos Joaquín participó, junto a los gobernadores del PAN, de las presiones hacia el presidente por un nuevo Pacto Fiscal.
Carlos Joaquín absorbe a la 4T, y la vacía de contenido político. O sea, el gobernador se vistió con el traje opositor (que utiliza a veces, haciendo equilibrio entre una relación cordial con el Presidente, y un bloque unido con los panistas) pero casi al mismo tiempo una mayoría de diputados de la 4T aprobaron la Cuenta Publica 2018 del Gobierno estatal. Insólito.
Sólo tres diputados de MORENA (Érica Castillo, Linda Cobos y Edgar Gasca) y uno del PT (Roberto Erales) decidieron votar en contra; los demás lo hicieron a favor. Nadie le podía pedir al Verde Ecologista, por ejemplo, que asumiera es papel opositor; no está en sus genes. Pero MORENA y el PT tenían otra obligación histórica y política.
Esa Cuenta Pública tiene datos difíciles de aceptar. Aún no se ha explicado el destino de más 110 millones de pesos, y hay dependencias que realmente llaman la atención. La Secretaría de Obras Públicas, por ejemplo, no ha solventado el destino de 17 millones de pesos. Lo mismo le pasa a Sedarpe, con 5.7 millones; Sedetur, con 2.3 millones, y el Instituto de la Cultura y las Artes, con 3.2 millones.
Un caso inexplicable es el de la Agencia de Proyectos Estratégicos (Agepro) ¿Como se le perdieron 6.5 millones de pesos a una dependencia que opera simplemente como una inmobiliaria, y que en 4 años no ha hecho otra cosa que presentar proyectos en power point?.
Incluso, en la discusión interna de la Comisión de Hacienda del Congreso, se reconoció que la tarea de fiscalización de la Auditoría Superior del estado había sido deficiente. Pero aun así se intentó instalar la idea de que era lo mismo votar en contra o a favor, porque las auditorías continuarán. En ese caso, es difícil explicar porqué la oposición no votó en contra, si al fin y al cabo se trataba de un hecho testimonial. Nadie supo ni quiso explicar eso.
El fondo del asunto incluye un dato inconcebible para cualquier democracia que quiera madurar: parte de la operación política para conseguir votos a favor del gobernador la hizo la propia coordinadora del Grupo Legislativo de MORENA, Tepy Gutiérrez, que utilizó buenas y malas artes para lograrlo.
SER Y PARECER
Podríamos decir que, como siempre en la 4T, hay dos versiones sobre el tema. Hay quienes dicen que esta suerte de simbiosis entre el joaquinismo y el lopezobradorismo es parte de un acuerdo de fondo que ya está tomado. Y hay otro sector de MORENA que arde de bronca cuando ve que todo se confunde.
Pero también hay datos duros a tomar en cuenta.
En 2016 la sociedad quintanarroense votó por un “cambio”. En 2018 y 2019 se decidió por la “transformación”. Hubo, en todas las elecciones, voto bronca y voto castigo. Parece increíble, en ese contexto, que la estrategia sea presentarle a la sociedad una suerte de proyecto cuyo eslogan sería: “Vote a la transformación para que el cambio continúe”.
Lo dicho: el joaquinismo va absorbiendo al lopezobradorismo, al menos a gran parte de sus representantes, y los vacía de contenido político, porque los aleja de la 4T. La estrategia tiene actores principales, cómplices y algunos despistados. Aquí ya se ha explicado en otras ocasiones: dividir, fragmentar y cooptar a la 4T tiene que ser parte de la estrategia del gobernador. Pero no se esperaría que el lopezobradorismo colabore felizmente con ese proyecto.
Sin embargo, más allá de los acuerdos de oficina, habrá que ver si el lopezobradorismo de base compra esa propuesta. Un dato final: el desencanto puede generar que la gente no salga a votar, y ese escenario es ideal para el joaquinismo.
También debe decirse que si la idea es mostrar hacia Palacio Nacional que hay una suerte de acuerdo pre cocido para la sucesión, la estrategia podría tener sus riesgos. El presidente López Obrador ha demostrado en su historia política que no suelen gustarle ese tipo de negociaciones; a menos que hayan surgido de su propia estrategia.
En pocas semanas, cuando se decidan las candidaturas, sabremos si MORENA en Quintana Roo es la “transformación”, o una mera extensión del inconcluso “cambio”.
Por Hugo Martoccia – Mesa Chica
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