El ascenso de China ha sido uno de los asuntos más destacados de la economía global, su apertura al comercio internacional y los movimientos de capitales desde las últimas dos décadas del siglo pasado a la fecha, la han llevado a un permanente crecimiento económico.
Bajo su esquema de Socialismo de Mercado, China ha logrado un poderío económico férreo al ser una de las naciones con mayor comercio internacional y flujo de capitales. El sector privado ha sido clave en todo este proceso, ya que las compañías privadas producen el 70% del PIB de China
Por su parte, Estados Unidos sigue siendo la economía más importante del mundo, pero su dominio unilateral ya no posee la misma fuerza.
En la presente década, el consumo estadounidense ha estado determinado por el gran endeudamiento y la fuerte entrada de capitales extranjeros, alcanzando límites insostenibles, a lo que se suma el rescate financiero más costoso de su historia por parte del gobierno -desde luego no exento de desacuerdos políticos que han llevado a abismos fiscales-.
Lo anterior ha generado que los estadounidenses sean más prudentes en materia de gasto, actitud contraria a su cultura de alto consumo., cuando en 1990 producían tan sólo el 17%.
La creciente influencia china sobre la economía mundial es una realidad. La interdependencia entre China y Estados Unidos ha venido aumentando en los últimos años, lo que obliga a una mayor y mejor relación con Estados Unidos, aun con sus abismales diferencias ideológicas.
La dependencia mutua entre estos dos gigantes antagónicos políticamente, viene creciendo desde hace años.
En 2009 China poseía 801.5 billones de dólares en bonos del tesoro de Estados Unidos, el 24.33% del total de bonos emitidos por EU, lo que convierte a China en su principal prestamista, propietario de la mayor reserva de dólares en el mundo; es decir, con financiación china, Estados Unidos ha podido continuar endeudándose.
En suma, el gran país asiático es un actor fundamental en la estabilidad financiera mundial.
Dada la estratégica relación ambas naciones, desde 2009 los presidentes Obama y Hiu Jintao hicieron una declaración conjunta expresando su deseo de mejorar las relaciones bilaterales, estableciendo el nuevo Diálogo Estratégico y Económico Estados Unidos–China, llamado G-2, incluyendo temas políticos, tecnológicos, de seguridad, como la energía limpia, el cambio climático y el terrorismo.
El diálogo incluye la cooperación en asuntos como la economía, comercio, contraterrorismo, imperio de la ley, ciencia y tecnología, educación, cultura, salud, no proliferación nuclear y la solución de conflictos como la desnuclearización de la península de Corea, el enriquecimiento nuclear iraní, la crisis humanitaria en Sudán y la inestabilidad de Asia del Sur.
El poderío Chino es incuestionable, tanto como su dependencia con Estados Unidos, y si bien ambos Gobiernos son dos sistemas sociales y políticos antagónicos, con culturas e ideologías completamente distintas, la realidad las une cada vez más.
Para China, el crecimiento económico es una necesidad imperiosa para mantener el orden social, puesto que así ha sacado de la pobreza a más de 400 millones de personas en las últimas décadas, y ahora además necesita una sociedad de consumo para seguir colocando sus productos.
China, la segunda economía del mundo, inauguró a su nuevo presidente, Xi Jinping, ante la desaceleración de su modelo económico, la degradación ambiental y; una población cada vez más informada y conectada que reclama mayores derechos sociales y políticos.
Xi Jinping ha reconocido que entre los desafíos que enfrentará su gobierno, especialmente en el ámbito mundial, se encuentra la relación interdependiente con Estados Unidos.
Por su parte, Barack Obama, reelecto a finales del 2012 como Presidente de los Estados Unidos, reafirmó el compromiso de su gobierno de trabajar junto a China para construir un nuevo tipo de relaciones integrales, como el lograr un tipo de cambio monetario más flexible para que las compañías estadounidenses puedan exportar sus productos con mayor facilidad al país asiático; el conflicto con Corea del Norte, el ciberterrorismo, entre otros.
La agenda del G-2 es amplia y de repercusiones globales; se desarrolla en una arena de diferencias sumamente complejas en donde se encuentran elementos que forman barreras culturales e ideológicas, cuyos lubricantes son los grandes intereses mutuos del sostener una economía mundial y el desarrollo de sus naciones,
pero ello no excluye su competencia por ser la primera economía del planeta, circunstancias que obligan a los estudiosos de las relaciones internacionales, no perder de vista la interacción de estos gigantes ya que el eco de su paso se siente en todos lados.