El respeto a uno mismo

El mundo en el que vivimos se puede mejorar es una creencia que mueve por dentro a muchas personas. Todos queremos dejar un mundo mejor a las nuevas generaciones. Lo cierto es que muchos de los cambios y mejoras empiezan por el respeto a uno mismo.

Cuando una persona se respeta a sí misma, conoce el valor del respeto de primera mano. Sabe cuál es su importancia y lo valioso que es para su vida y su entorno. Por lo tanto, cuando se tiene respeto a uno mismo se respeta también a los demás y al mundo en general.
Entrar en la cadena del respeto es una actitud positiva que termina abarcándolo todo. En muchas ocasiones, las personas se sienten sin ningún tipo de poder sobre lo que ocurre a su alrededor.
Todos tenemos un gran impacto en él, para lo bueno y lo malo, aunque la mayoría de las veces no seamos conscientes de ello.
Este tipo de respeto es una forma de amor en el que uno comienza por valorar el propio enfoque personal, único e irrepetible.
Tiene mucho que ver con la autoestima, con comprender y apreciar los rasgos del propio carácter. De hecho, se encontrarán pocas oportunidades de respeto por parte de los demás, si el respeto no comienza por uno mismo.
Ahora bien, el respeto a uno mismo no debe confundirse con el ego, una máscara que se muestra al mundo con tan solo algunos rasgos buenos, que no siempre son verdad.
El respeto que una persona debe exigirse y profesarse a sí misma contempla la autenticidad. Por esta razón, el desarrollo y la práctica de comportamientos asertivos ayudan enormemente a mejorar este aspecto de nosotros mismos.
El respeto hacia los demás, sus derechos, sus ideas, sus formas de vida y sus creencias es casi un tópico en nuestros días. Globalizar el mundo en términos económicos está resultando bastante más sencillo que globalizar el respeto entre sociedades y culturas que poco tienen que ver unas con otras.
A muchas personas se les hace tremendamente difícil respetar lo que no comprenden o lo que está en el otro extremo de sus valores. Esto se complica cuando el propio respeto no ha sido cultivado en primer lugar. Por lo tanto, hacer un ejercicio de respeto de ideas y valores ajenos es comenzar el camino a la mitad del recorrido.
Aunque parezca mentira, el respeto hacia los demás comienza con practicar el agradecimiento y la buena educación en las situaciones más básicas de vida. La amabilidad es algo que en determinados ambientes sociales se está perdiendo a pasos agigantados.
Las palabras pueden convertirse en mágicas cuando contienen respeto. Ser y comportarse de manera agradecida y generosa mejora enormemente nuestras relaciones con las demás personas.
La cortesía nos hace mejores personas, hacia nosotros mismos y hacia los demás, y es el mejor medio para inculcar el respeto también en nuestros hijos.
Dejemos de pensar en el respeto como uno de esos conceptos abstractos y empecemos por utilizarlo en lo básico, en la rutina, en el día a día. Es una de las mejores herramientas que encontraremos para dejar un impacto positivo en este mundo.