Los Costos de las Desventajas

La legitimidad de un régimen político descansa en la credibilidad

que generen los actos de los gobernantes ante la sociedad.

Max Weber.

En el escenario internacional actual, cada vez más sorprendente, en el cual un día parece que no hay más fondo y al siguiente la caída continúa o aparece una nueva cepa viral, tanto las economías emergentes, México entre ellas, como las consolidadas, se enfrentarán en el 2014 a terrenos desconocidos. En el caso de nuestro país, a decir de los expertos, sobresalen, entre otros, los siguientes riesgos en materia económica, a saber: congruentes con aquella maldición de que si al vecino le da catarro a nosotros nos da pulmonía fulminante, el ajuste monetario que ha iniciado la reserva federal norteamericana, apunta a un acelerado incremento en las tasas de interés internacionales, y con ello detonar un éxodo masivo de capitales, precisamente en los países que tienen mercados emergentes.
Por si esto fuera poco, el nudo gordiano que habremos de enfrentar los mexicanos al interior, y con ello estará en juego el destino de las reformas constitucionales, que si bien, de manera inicial, es un logro haberlas decretado, el asunto apenas empieza, estará determinado por el proceso de los ajustes a las leyes secundarias, el establecimiento de las políticas públicas y su puesta en operación, toda vez que representarán el fiel de la balanza, porque si son insuficientes para los objetivos que se persiguen y las reglas del juego resultan difíciles de aplicar, la inhibición para las inversiones y la generación de empleo estarán esperando a la vuelta de la esquina.
Finalmente, la rentabilidad de las empresas, micro, chicas o medianas, que ya de por sí están de mírame y no me toques,  podrían sufrir un mayor deterioro, en razón de un incremento de la inseguridad, producto esto, entre otros factores, del desempeño negativo de la economía, que si bien este fenómeno de la inseguridad es mayor en algunas regiones, su posible expansión es una amenaza constante.
En este contexto general, los mexicanos tenemos una gran experiencia en provocar y repetir constantemente errores históricos. Ciertamente es un asunto de cultura, pero como quiera que sea, el hecho es que cumplimos al pie de la letra las condiciones para caer en esos círculos viciosos. En primer término, dejar que un problema crezca hasta convertirse en una situación crítica. Paso siguiente: elaborar una serie, casi interminable, de discursos y parafernalias, lo cual conduce a un abrumador desgaste, con el único objetivo de justificar o disimular sus causas.
Tercer momento, acelerar procesos e inventar, sin un razonamiento amplio y suficiente, medidas inmediatas generalizadas, que al final del día no hacen más que complicar todo, ya que es común que no respondan a la realidad específica de las entidades federativas, los municipios y la regiones. Finalmente, ignorar los efectos generados en el ánimo y confianza de las personas y del tejido social, y negarse a invertir recursos eficientes en la implementación de soluciones efectivas. Este es el caso de la región fronteriza sur, al menos en Quintana Roo, toda vez que pueden existir matices en los Estados fronterizos vecinos. El tradicional abandono de la frontera sur por el gobierno central, obligó en su momento a establecer una serie de medidas para solventar, al menos en parte, las deficiencias que en ese momento se presentaban.
Sin que a la fecha se pueda afirmar que la frontera sur del país haya recibido lo suficiente para elevar su desarrollo, hay condiciones respecto a otras regiones del país, que permanecen, algunas más agudas, tales como la obtención obligada de muchos bienes y servicios de los principales centros de producción en virtud de que en ello somos muy deficitarios e incluso no los producimos, que aunado a que en un alto porcentaje sólo podemos utilizar el transporte carretero como la vía más viable, entre otras cosas por la lejanía, y la incapacidad para acceder a oportunidades de compra en volumen, el resultado es de una desventaja enorme.
En esta tesitura, el incremento del IVA al 16 por ciento, la inflación que por más que se niegue está a la vista, el incremento de los combustibles, el último arriba de cincuenta centavos por litro, la oferta del paraíso fiscal beliceño, y en aras de la libertad de la oferta y la demanda el arribo de grandes cadenas de autoservicios, provocan en las empresas locales, formadas por patrimonios pequeños a través del tiempo, una severa crisis que en el corto plazo terminarán sucumbiendo.
En el pasado mes de enero, el comunicado emitido por el INEGI, en el que dio a conocer el Índice Nacional de Precios al Consumidor, situó a Chetumal como la segunda ciudad del país con el mayor índice de inflación. La pregunta obligada es en consecuencia, está es la fórmula para estimular y promover a las economías locales? La respuesta es más que evidente, en la medida en que se lastime la dinámica económica local que es la que sostiene la sinergia de distribución del circulante, genera empleos a la medida de la región y protege los patrimonios locales, la única consecuencia será el enorme costo de las desventajas.