CRAC MUNDIAL. No parece posible un crac mundial porque la globalización tan denunciada en ciertos medios ha producido y seguirá teniendo efectos positivos de apertura e innovación que han permitido a China y la India su crecimiento espectacular.
El gran historiador francés Marc Bloch, luchador en la resistencia, fusilado por los alemanes en junio de 1944, nos dice en su obra póstuma Apología por la Historia (Fondo de Cultura Económica) que debemos olvidarnos de las famosas “lecciones de la Historia”, porque la Historia no da lecciones. Sin embargo es un consejo muy difícil de seguir porque, frente al futuro inmediato, nos sentimos perdidos y buscamos en el pasado recetas, antecedentes y finalmente “lecciones”.
Cuando entramos en la recesión que afecta a la economía estadounidense y, por lo mismo, tiene que afectarnos a nosotros los mexicanos y a muchas naciones también, no falta quien evoque el fantasma amenazador de la crisis de 1929, el famoso crac de Wall Street seguido por una interminable Gran Depresión.
No es necesario ser un profesional de la bolsa para darse cuenta de que algo anda mal en las finanzas de Estados Unidos; desde el verano pasado corría el rumor de que la “burbuja” inmobiliaria estaba a punto de tronar, luego el rumor se volvió realidad, las bolsas empezaron a caer, para recuperarse y volver a caer en una espiral provocada por las dificultades de un banco tras el otro, de bancos muy grandes atrapados en su juego imprudente de préstamos atrevidos y pésimas hipotecas.
El dólar no deja de bajar (ni el euro de subir), el déficit comercial de Estados Unidos se ahonda más y más y el déficit de las finanzas públicas manejadas por un presidente republicano rompe récords. Eso explica por qué la ciudad de Nueva York está invadida por turistas franceses que encuentran todo mucho más barato que en Europa y vienen a pasar el fin de semana para hacer shopping en la Gran Manzana.
Cuando yo era estudiante se decía “lo que es bueno para General Motors es bueno para América, pero cuando estornuda General Motors, le da gripe a América”. General Motors recién publicó resultados desastrosos (que no se deben a ventas malas, por cierto, pero es otra historia) y el mundo se pregunta si la economía estadounidense no está a punto de caer en una gran crisis, y por lo tanto si el mundo mismo no corre el riesgo de un serio contagio.
Es que la crisis de crédito provocada por la quiebra hipotecaria en EU incita al consumidor del norte a moderarse y hay que saber que la demanda doméstica estadounidense (inversiones y consumo) contribuyó, entre 2000 y 2007, en una tercera parte al crecimiento mundial; Europa en un 22%, China 19%, Rusia 5% y Brasil 2%. No tengo cifras para nosotros.
El consumo americano no corresponde a las finanzas nacionales y hace muchos años que el déficit lo colman los extranjeros que invierten en y prestan a EU. Pero con la baja tan prolongada del dólar -favorable a las exportaciones estadounidenses- Rusia y Kuwait, que no saben qué hacer con tantos petrodólares, empiezan a cambiar sus dólares en euros, y China parece estar a punto de seguir el mismo camino.
El mundo es uno y global: si los americanos no pueden comprar como hasta ahora los himalayas de mercancías y productos chinos, japoneses, coreanos, etcétera, ¿qué pasará con la prosperidad asiática inducida por el consumidor de EU? Hasta ahora los bancos de dichos países compraban bonos del Tesoro federal, terrenos, acciones.
¿Qué van a hacer? Todos están en el mismo barco y no pueden serruchar la rama en la cual están sentados. Lo único seguro es que el tiempo del dinero fácil se está acabando.
Ahora bien, la actualidad no repite 1929 por la sencilla razón de que la Historia no pasa platos recalentados, “uno no se baña dos veces en el mismo río”. No parece posible un crac mundial porque la globalización tan denunciada en ciertos medios ha producido y seguirá teniendo efectos positivos de apertura e innovación, que han permitido a China y la India su crecimiento espectacular y la salida de la pobreza de varios países “emergentes”.
Además la crisis, hasta ahora, ha tocado solamente al sector financiero y especulativo, mientras que, a diferencia de 1929, las grandes empresas industriales presentan finanzas sanas y ganancias bastante buenas. A diferencia también de 1929, los mercados de acciones no están especialmente sobrevaluados.
Y finalmente el miedo de que pudiese repetirse el desastre de 1929 es buen consejero: las instituciones internacionales y los gobiernos reaccionan inmediatamente, aun cuando sus reacciones no sean forzosamente las mejores soluciones.
La crisis puede tener hasta buenas consecuencias: hace poco no recuerdo quién decía “¡ojalá y nos toque una buena pequeña recesión de unos años! Para frenar la emisión de CO2 y el efecto invernadero y ganar tiempo para organizar una política ecológica mundial”. Pues, sí, China se esfuerza en vano para enfriar su economía, para que su crecimiento no rebase el 10% al año… ahora lo podría lograr.
Y la recesión confirmará el peso económico mayor de Asia y del Sur, de los países ya mencionados y de Brasil. Y, ¿por qué no? De México, eventualmente, si nuestros políticos nos lo permiten. Para todos la recesión, grande o chica, es una fuente de oportunidades y no solamente de problemas.
Nuestra economía tiene muchos años de rodar con el freno puesto de tal manera que nuestro crecimiento es sorprendentemente bajo si lo comparamos con el de países comparables. Macario Schettino lo ha señalado y explicado muchas veces en estas columnas y en su último libro.
Caminamos frenando todo el tiempo; bueno, ahora que va a bajar el frío del norte, es el momento de decidirse a levantar el pie (los pies) del freno y de realizar finalmente las reformas que todos piden a gritos, que todos prometen desde cuándo, y que nadie quiere o nadie puede hacer, por los cálculos de interesada politiquería electoralista que se resumen en que cada partido conserve sus feudos, que cada político conserve su hueso.
¿Por qué cree usted que la mitad, cuando no los tres cuartos de nuestros conciudadanos han dejado de participar en las elecciones (Oaxaca, Baja California, Quintana Roo)? La recesión es una oportunidad para las reformas y para aprovechar el posible repunte de la economía mundial.