La xenofobia crece: 70% está a favor de endurecer políticas contra migrantes

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La xenofobia es como un virus que se ha esparcido sin darnos cuenta; es más grave que el virus del papiloma humano o el virus de la influenza, ya que éste aún no tiene cura y porque pocos son los interesados en curarse.

Lo preocupante y atípico de este virus es que su cura no depende de terceros, depende de uno mismo, del enfermo.


La casa encuestadora Mitofsky analizó el virus a través de una encuesta donde dejó en evidencia su esparcimiento y una posible pandemia, ya que el 70.8 por ciento de los encuestados está a favor de que México endurezca sus políticas contra migrantes y el 52.9 por ciento consideró que la postura de México frente a los migrantes debe ser “presionarlos para que regresen a sus países”, sin importar que el regresar a sus países de origen les ocasione la muerte.


Lo grave del virus de la xenofobia es que el contagiado puede causar la muerte de terceros que se encuentren sanos, con esperanzas de vivir y de luchar por una vida mejor como es el caso de miles de migrantes.


Se advierte que este virus es sumamente contagioso y que muchos mexicanos han sido contagiados a través de discursos xenofóbicos de los Estados Unidos, por lo que nos indica que el virus viaja en las palabras, notas y opiniones.


Hace tiempo, en 1882, sucedió algo parecido cuando los Estados Unidos promulgó una Ley de Exclusión de Chinos (algo parecido a las actuales políticas antimigrantes de Estados Unidos), ése era un asunto meramente del vecino del norte pero, sorpresivamente, el virus encontró dónde alojarse en el norte de México, donde de la nada se generó un clima antichino y derivado de eso se mataron más de 300 chinos inocentes en Torreón, Coahuila.


A organizaciones como Sin Fronteras IAP nos preocupa el virus, ya que junto a otras organizaciones nos hemos roto la cabeza pensando en cómo hacer campañas de vacunación contra la xenofobia que sensibilicen, pero el resultado no ha sido suficiente.

XENOFOBIA

Se cree que la xenofobia surge del miedo… ese es su vehículo, un miedo que se alimenta de estereotipos y prejuicios, quizás la cura se encuentre en entender al otro, ya que todos en algún momento de nuestras vidas hemos sido el otro, la otra, el extraño, la diferente.

Quizás nos sería útil, recordar las palabras de Octavio Paz cuando decía que “Usted puede haber experimentado ser ‘otreado’. Si usted ha sentido que debería ser diferente de lo que es (a pesar de sus esfuerzos), que usted no pertenece (a pesar de estar donde está), que usted y su familia no se merecen tener sueños o aspiraciones (a pesar de tenerlas en el fondo de su corazón), es muy probable que usted esté experimentando ser ‘otreado’ por las ideologías de los grupos dominantes”.


Quizás, si nos esforzamos a encontrar afinidad con el otro y comprender que no somos tan distintos, que dar a unos no tendría que suponer quitarle a otros, y que el día de mañana nosotros podemos ser el otro, el migrante que huye de su casa, entonces quizás así nos curemos todos.


* María Fernanda Rivero Benfield es Coordinadora de Comunicación de Sin Fronteras IAP (@Sinfronteras_1). 

¿Cómo se encuentra México?

En México, existen más de 60 pueblos indígenas que hablan sus propias lenguas; donde se pueden encontrar costumbres, credos y gastro- nomías distintas, pero a pesar de toda esta diversidad, el Estado nos ha asignado una identidad común, la de ser mexicanos y mexicanas. A pesar de nuestras diferencias, hemos llegado a sentirnos parte de una entidad común, que es diferente de la de otros Estados-nación.

En el proceso de consolidación de los Estados-nación se utilizó el nacionalismo para fomentar —y a veces imponer— la identidad nacional. El nacionalismo es la doctrina que construye a la nación y a sus integrantes en una misma historia que, más que ser verídica, busca hacernos sentir a todas y todos como parte de una misma esencia. El nacionalismo implica el cultivar ideas, símbolos e instituciones que distin- guen a la población “nacional” de quienes son los otros extranjeros, vistos como parte de colectivos nacionales claramente diferenciados del nuestro.

El nacionalismo le dio legitimidad al Estado para establecer quiénes eran sujetos nacionales y quiénes no. Este proceso fomentó la xenofobia entre países. Si bien, antes uno le podía temer a quien no era parte de su misma cultura o grupo social —y aún es así—, con la conso- lidación de las identidades nacionales y de los nacionalismos, la xenofobia se orientó a las y los extranjeros.

A lo largo del periodo comprendido entre fines del siglo xviii y la actualidad las y los extranjeros han sido, por definición, quienes son de un país distinto al de uno. Todos aquellos individuos/as que no tienen la nacionalidad mexicana son llamados

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“extranjeros/as” por nosotros y nosotras, y todos aquellos individuos/as que no tienen la nacionalidad francesa son llamados ‘extranjeros’ por las y los franceses. Dentro de este marco, la extranjería se ha construido de dos maneras.

La primera, en términos de derechos. Son los Estados-nación o los países los que rigen en gran parte las vidas de todos los seres humanos que habitamos este planeta. Esto se debe a que es nuestra nacionalidad, nuestra pertenencia como in- dividuos a un Estado-nación o a un país, lo que nos otorga la prerrogativa de tener derechos. Ante todo, cada persona goza de los derechos que le otorga su propia Cons- titución.

Los derechos de los que gozamos por ley las y los mexicanos se deben a que somos ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, en el que impera un marco legal constitucional específico. En principio, las leyes de México nos deben proteger por igual a todos, mexicanos y mexicanas, ya sea que nos encontremos dentro o fuera del territorio nacional. Por el contrario, cualquier persona extranjera que quiera pasar un tiempo o vivir en un país que no es el suyo no será sujeto, en ese país, de los mismos derechos que les son otorgados a su ciudadanía.

Cada Estado-nación determina tam- bién sus propias políticas migratorias, a fin de regular o limitar la entrada de personas que ingresan al país a través de sus fronteras, así como los procesos de residencia o naturalización para las y los extranjeros, y los derechos que se garantizará a cada una de estas personas en función de su condición migratoria.

Es importante mencionar que, a partir de 1948, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos se logró definir una serie de derechos considerados bá- sicos para todas las personas a nivel internacional.

Con la finalidad de garantizar estos derechos, que exceden las atribuciones de los Estados-nación particulares, se han desarrollado marcos normativos plasmados en tratados y operados por órganos internacionales que, en su conjunto, componen el sistema universal de protección de los derechos humanos (sudh) de la Organización de las Naciones Unidas (onu). Existen otros organismos internacionales que se encargan de dictar y proteger

¿Qué es y cómo se manifiesta la xenofobia?

Diversos derechos y convenciones que se establecen entre varios países, pero lo im- portante a destacar aquí es que en este marco normativo internacional sí existe una serie de derechos para las personas migrantes, refugiadas y asiladas, que menciona- remos más adelante.

No es por racismo pero malditos nacos que no saben ni hablar

 
 

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