Nubia Muñoz fue nominada al Nobel de Medicina en 2008. Sus más de tres décadas de investigaciones fueron esenciales para descubrir una de las grandes incógnitas de su disciplina. Pero no todos aplauden su trabajo.
Los hallazgos de esta colombiana de Cali residente en Lyon, Francia -sede del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés)- permitieron establecer por primera vez el virus del papiloma humano (VPH) como la causa principal del cáncer de cérvix o de cuello uterino, que se diagnostica cada año a más de medio millón de mujeres (matando a unas 300.000).
“Desde hace casi 200 años se sospechaba que fuera una causa sexualmente transmisible, pero no se sabía cuál”, le cuenta la epidemióloga a BBC Mundo.
Tras décadas investigando, encontró la respuesta en el virus del papiloma.
El VPH es el virus de transmisión sexual más común. De hecho, la ONG británica Cancer Research, dedicada a la investigación de la enfermedad, dice que 8 de cada 10 personas lo contraerán a lo largo de su vida.
Los descubrimientos de Muñoz abrieron “perspectivas enormes para la prevención”, señala. Se desarrolló el test de VPH (una prueba que espera reemplazar a la citología vaginal) y también la primera vacuna contra el VPH, comercializada en 2006.
La vacuna ya fue introducida en 86 países y se han vacunado más de 120 millones de mujeres en el mundo, afirma con orgullo la científica.
Y también algunos hombres. Porque, aunque las mujeres son las principales afectadas, el virus también les afecta a ellos, pues está vinculado al cáncer de pene, de ano, de orofaringe (en la boca o la garganta) y a las verrugas genitales, “por eso hay 22 países que introdujeron la vacuna también en niños y no solo en niñas”, dice Muñoz.
¿Se puede entonces hablar de un éxito rotundo? No exactamente. La vacuna del VPH estuvo rodeada de polémica, especialmente en Colombia, el país natal de Muñoz, en donde el movimiento antivacunas la situó en el punto de mira (y logró frenar en gran medida sus esfuerzos para implantarla).
Pero no pudo detener sus intenciones de acabar no solo con el cáncer, sino también con la desinformación.
Lo que ocurrió en Colombia fue un caso excepcional que todavía parece fruto de una película de ciencia ficción.
Se dio un episodio de sugestión colectiva debido a una “percepción exagerada” sobre la exposición a la vacuna, le dijo a BBC Mundo en 2015 el entonces director del INS, el Instituto de Salud Nacional, Dr. Humberto de la Hoz.
Muñoz prefiere describirlo como “una situación de estrés exagerada” que evolucionó hasta echar por tierra todo el programa de vacunación en el país que con tanto esfuerzo había llevado a cabo.
“Y ahora la situación en Colombia es dramática”, asegura.
Lo que comenzó con un intenso entusiasmo terminó en desastre. Muñoz recuerda la alegría de los inicios. Dice que, aunque ha recibido muchos premios a lo largo de su vida, el reconocimiento más grande fue cuando el expresidente Juan Manuel Santos le llamó en el verano de 2013 para invitarle a participar en el lanzamiento de la vacuna contra el VPH en el país latinoamericano.
“El gobierno hizo un gran esfuerzo para comprar la vacuna y ponerla a disposición de todas las niñas mayores de 9 años, gratis. Y hay que tener en cuenta que, cuando se comercializó, era una vacuna muy cara; cada dosis costaba más de US$100. Y se necesitaban inicialmente tres”.
“Todo iba muy bien. En 2013, Colombia tenía las coberturas más altas, tan buenas como las de Reino Unido o Australia, por encima del 90%. Yo estaba feliz. Y luego pasó un incidente en Carmen de Bolívar, un pueblito de la costa atlántica con muchos problemas socioeconómicos que había sufrido mucho con la violencia de la guerrilla y de los paramilitares”.
Muñoz dice que vacunaron a todas las niñas de 9 años en las escuelas. Algunas de ellas -unas 15 al principio, aunque más adelante serían unas 500- “presentaron mareos, dificultad para respirar, problemas en las piernas y de sensibilidad”.
“Pensaron que podía ser el plomo del agua o una intoxicación alimentaria”, dice la científica. “Hicieron varios estudios y no encontraron nada. Y luego a una de las psicólogas de una escuela se le ocurrió decir. ‘¡Ah! ¡Pero estas niñas fueron vacunadas con la vacuna del papiloma!'”.
Fue así, explica Muñoz, como “nació el rumor” de que era la vacuna la causante de los problemas. Pero todo resultó ser fruto de la autosugestión, según un estudio detallado del INS, que no encontró relación alguna entre lo que reportaron las niñas y la aplicación de la vacuna, como se había especulado.
“Se hizo una demanda muy grande contra la compañía que desarrolló la vacuna y se vino abajo todo el programa, que era excelente. El Ministerio de Salud trató de retomarlo, pero creo que no se hizo con la motivación suficiente como para recobrar la confianza”.
La tasa de vacunación en Colombia cayó al 17%, según los datos del año pasado.
“Por el hecho de no tener ahora una cobertura con la vacuna VPH del 90% (como la teníamos en el 2013 y 2014), estamos perdiendo la oportunidad de prevenir unos 4.000 casos de cáncer de cérvix por año en Colombia”, advierte.
Pero la vacuna también enfrentó rechazo por parte de grupos antivacunas en otras partes del mundo.
“Uno de los rumores que se difundieron era que si se daba la vacuna a las niñas antes de comenzar la actividad sexual, entonces se iban a sentir más seguras y se iban a volver promiscuas”, dice la epidemióloga.
Muñoz asegura que eso “solo es un rumor”, pues “se han hecho estudios mirando cuál es el comportamiento sexual de adolescentes que reciben la vacuna y de las que no, y no hay ninguna diferencia”.
“Hay un comité de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que revisa la seguridad de las vacunas periódicamente -y no solamente la vacuna contra el VPH, sino de todas las vacunas- y se reúne una o dos veces al año para revisar toda la información disponible”.
Muñoz cuenta que ya se han hecho al menos ocho revisiones de la vacuna contra el VPH con resultados positivos: “La última conclusión, que fue el año pasado, es que la vacuna es segura y muy eficaz”.
“Esta vacuna ha sufrido más que otras que se han introducido en el mundo, tal vez porque realmente es difícil de entender, o puede que sea porque sirve para prevenir una enfermedad sexualmente transmisible”, dice la científica.
Ella culpa a la desinformación y la ignorancia de la difusión de los rumores: “A pesar de la investigación, la gente sigue creyendo lo que lee en las redes sociales y no se interesa o no se toma el trabajo de ir un poquito más allá y leer la evidencia científica”.
“Las noticias malas (sobre las vacunas) son virales. Gracias a las redes sociales, la difusión es mucho más rápida que la de la evidencia científica. Ya llevamos más de 12 años distribuyendo la vacuna en todo el mundo y ninguna de las sospechas de los grupos antivacunas se ha podido confirmar”, dice Muñoz.
Tiene claro su objetivo: erradicar el cáncer de cuello uterino. “¡Sería un sueño!”, exclama.
Fuente: Sociedad Americana Contra El Cáncer (ACS)
Nubia Muñoz es profesora emérita del Instituto Nacional de Cancerología de Colombia y trabajó por más de 30 años en el IARC. Comenzó su carrera Cali, en la Universidad del Valle, y después se formó en el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. y en la Universidad Johns Hopkins. En 2008, fue nominada al Nobel de Medicina. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios, entre ellos el Richard Doll en Epidemiología (2008), el Brupbacher para la Investigación del Cáncer (2009) y el prestigioso premio de Salud Global de la Fundación Gairdner (2009). El año pasado recibió el premio Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo de la Fundación BBVA. Ha trabajado en más de 50 países a lo largo de toda su vida.
Con información de BBC Mundo