Editorial Febrero – Marzo 2007

Parece ficción pero se trata de una cruda, crudísima realidad. Datos oficiales del Banco Mundial muestran un panorama aplastante: no tan solo existe una alta concentración del sistema bancario mexicano sino que, las reformas realizadas luego de la crisis de 1994, aunque limpiaron el sistema, lo llevaron a concentrarse aún más pero, el pequeño detalle, es que esta situación lo convirtió, al poco tiempo, en uno de los más concentrados del mundo. Ello no fuera relevante de no ser porque, ni más ni menos, la proporción de activos en manos de los cinco principales bancos pasó de 74% en 1994 a 88% en 2001.
No extraña en consecuencia que las instituciones bancarias que operan en México cuadruplicaran el monto de sus utilidades, al pasar de 12 mil millones de pesos en 2001 a 49 mil millones hasta septiembre del 2006! Y… no hay que ser muy listos para darse cuenta lo que esto significa; gracias a los usuarios, o sea nosotros, los bancos registraron ganancias como pocas veces se ha visto: en los últimos seis años los bancos obtuvieron en promedio utilidades por 84 millones de pesos cada día, todos los días! ¿Y los cuenta habientes? solo mirando, pagando comisiones e intereses altísimos y con servicios cuya eficiencia pareciera competir por el peor lugar.
El jugoso negocio, digo, la banca comercial, multiplicó cuatro veces sus ganancias tan solo durante un sexenio y, estas cifras estimado lector, son públicas, están en el reporte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Lo inquietante, por decir lo menos, es que para colmo, el desempeño de los bancos fue apuntalado a nuestras costillas, por un crecimiento en la cartera de créditos, principalmente para el consumo e hipotecario, así como por el margen de intermediación -que es la diferencia entre el interés que pagan a quienes ahorran y el interés que cobran a quienes piden prestado- y por los ingresos de las comisiones, que representan cerca de una cuarta parte de sus utilidades.
Pero eso no es todo, en contraste con el nivel previo a 1994, el lucrativo asunto, es decir, el sistema bancario, se quedó casi en su totalidad, en manos extranjeras. Qué tal!
Este tema deja muchas preguntas al aire sobre otros rubros del país porque ¿quién ganó verdaderamente con la privatización de los bancos? ¿Quién ganó digamos con la privatización de Telmex? ¿Lo mismo pasaría si se privatizara PEMEX o la CFE? ¿Deben realmente pasar a la iniciativa privada las áreas estratégicas del país? ¿Gana el México con ello?

Yvette Hesse

Dirección General