Paul Rupert regresó a sus 32 años a vivir a casa de sus papás. Todo se juntó en su contra, rompió con su pareja y su sueldo se hizo insuficiente para pagar una renta: “Sin importar la edad que tenga, me tratan como a un adolescente aunque haya dejado de serlo desde hace una o dos décadas”.
No es ningún secreto que a los jóvenes nos está costando trabajo hacernos de una propiedad. Las cifras indican que el número de millennials que es dueño de su propia casa ha caído 18% desde 2008 y el número de personas que rentan ha aumentado 115%.
A causa de las escasas oportunidades que hay para comprar y de la extorsión que significa rentar una casa a largo plazo, sin mencionar la inseguridad que esto implica, cada vez más hijos regresan a la casa de sus padres. Pero esta situación no hace feliz a ni a padres, ni a hijos.
La consejera de relaciones familiares Dee Holmes dice que los problemas que surgen cuando los hijos regresan a casa se pueden dividir en dos. Primero, “si los padres se quedaron solos durante una temporada en la casa pueden sentir frustración por las cosas extra que se amontonan por todos lados, por tener menos espacio y por su cambio de rutina”.
En segundo lugar, está el elemento de la culpa: “Los padres se sienten culpables porque los hijos no pueden comprar una casa, a diferencia de ellos, y por otra parte sienten resentimiento si los hijos gastan dinero en cosas que ellos consideran lujos”.
Vanessa Surth, de 59 años, cuyo hijo regresó a casa tres meses después de haber terminado la universidad, dice: “Honestamente, batallé mucho para volver a adaptarme. Me di cuenta de que estaba retomando viejos hábitos, e incluso me daba cuenta de que él se resistía a la relación. Me alegro de que la situación no hubiera durado mucho, por el bien de ambos”.
Para los hijos, los problemas se dan cuando los tratan como si fueran niños, que es lo que le sucedió a Lizzie Ross, de 25 años, quien regresó a su casa cerca de Brighton cuando se graduó. “Lo peor de todo fue la lucha de poder entre mi padre y yo porque me trataba como si yo fuera una adolescente rebelde”.
“Era claro que en la dinámica de mi casa yo había cambiado en los tres años que había estado fuera en la universidad, y mi persona también. Mi hermana, mi papá y mi mamá tenían una rutina totalmente diferente que habían forjado durante mi ausencia, y me era difícil acomodarme“.
Pero es sumamente difícil no caer en esta situación, dice el consejero Andrew Marshall. “Esto sucede porque los roles en casa están increíblemente bien establecidos”.
En poco tiempo, regresas casi sin darte cuenta a retomar el rol que tenías durante tus años de formación y te acomodas. “Cruzar el umbral de regreso a casa de tus padres es algo increíblemente poderoso”. Los ladrillos y la mezcla de tu infancia en casa, con todos sus recuerdos, te hacer comportarte de una manera muy particular a pesar de haber crecido mucho tiempo antes.
Tom, de 28 años, regresó a casa de sus padres cuando rompió con su pareja y dice que siente mucha frustración porque no lo tratan como él esperaría. “Mis padres creen que tienen derecho a opinar por la forma en que pasó el tiempo, por mis planes o por la forma en que gasto mi dinero. Creo que si me permitieron regresar, y estoy muy agradecido y respeto su generosidad, no deberían usar esto como una herramienta de negociación”.
En una situación parecida, Izzy Aron, de 27 años, dice: “Por un lado, obviamente que estás agradecida, pero incluso con las mejores intenciones presentes, parece inevitable que caigas en ciertas regresiones y sostengas discusiones tontas”.
Así es que ¿cómo pueden evitarse estos problemas entre padres e hijos? Holmes dice que ambas partes tienen que respetar los límites. “Como padre tal vez no quieras reportarle a tu hijo adulto lo que estás haciendo, o cosas así, y lo mismo sucede con los hijos. Obviamente, hay que ser corteses y avisar si llegas a cenar o si no llegas a dormir”.
Los hijos adultos tienen que comunicarse más. “Habla con tus padres de cómo cambian las cosas”. Ellos tal vez piensan que gastas mucho dinero en café para llevar, pero explícales que tus planes de ahorro para el depósito de una casa no se verán afectados por tu hábito diario. “Esta generación está acostumbrada a tener deudas, como los préstamos estudiantiles, mientras que la generación previa creció con la costumbre de ahorrar y luego gastar. Ambas partes tienen que aceptar sus diferencias”.
Otro tema es el de los asuntos prácticos, como la lavandería y la cocina. “Hay que pensar si es más fácil juntar toda la ropa o que cada quien lave la suya. Compartan roles y tareas. Tomen turnos para cocinar”, dice Holmes.
“Lo más importante es que necesitan darse espacio mutuo y hay que hablar si existe algún resentimiento. Si regresas a casa después de un rompimiento, tal vez será difícil vivir con una pareja. Trata de salir y de pasar tiempo con tus amigos. De esa forma, ellos tendrán tiempo para estar solos como pareja y tal vez así podrían tener una relación más armoniosa cuando estén juntos”.
Con información de Dinero en Imagen.