Entre las iniciativas legislativas se contaban la Ley de Emergencia Bancaria, en virtud de la cual el gobierno podía cerrar bancos insolventes e intervenir a fondo para garantizar la solvencia de los demás. FDR también ordenó la salida unilateral de EE.UU. del patrón oro, la aprobación de la Ley de Asistencia Federal de Emergencia para que el gobierno federal prestara dinero a los estados en apuros económicos y la creación del primer marco regulador del sistema financiero, dando poderes de control a la Comisión de Valores más allá de las fronteras del país. Los primeros 100 días del ‘New Deal’ sirvieron de modelo a los futuros presidentes para construir un liderazgo audaz y buscar la armonía entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Dicen que nunca se tiene una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días de gobierno son esa primera impresión. Las percepciones se fijan en la mente del elector y por ello es importante comprender el valor de los primeros cien días de un gobernante. Es un momento que muestra si un líder está capacitado para gestionar una transición. O lo que es lo mismo, para calibrar si los electores tomaron la decisión correcta al apostar por un candidato.
La tradición de medir las realizaciones de un gobierno en sus cien primeros días de gestión tiene, según historiadores, dos orígenes. Uno es la versión francesa y otro, la versión americana.
En el caso francés, los cien días fueron los que transcurrieron desde el regreso de Napoleón a París, tras escapar de su exilio en Elba, en marzo de 1815, hasta su derrota final en Waterloo, en junio del mismo año. En esta versión, la insistencia sobre la importancia de los primeros cien días de un gobierno proviene, paradójicamente, de la derrota de Napoleón.
En la versión americana, el presidente Franklin Delano Roosevelt, luego de ser elegido en 1932, prometió que en sus primeros cien días cambiaría el rumbo del país. Lo hizo y el éxito de su mandato fue logrado porque puso a los mejores hombres en su gabinete y consiguió superar las secuelas de la terrible recesión del 30.
Cuando Roosevelt asumió la Presidencia de EE.UU. más de 10.000 bancos habían quebrado tras el colapso del mercado de valores de 1929. La cuarta parte de los trabajadores del país estaba sin empleo y la gente luchaba por migajas de comida. Era tal vez la hora más oscura de la Gran Depresión.
“Esta nación pide acción, y acción ahora mismo. Nuestra primera gran tarea es poner a la gente a trabajar. Estoy preparado mediante mi encargo constitucional, a ejecutar las medidas que pueda requerir un país agraviado en medio de un mundo turbulento”, dijo emocionado Roosevelt en su discurso inaugural.
Y el carismático líder demócrata pasó rápidamente de las palabras a la acción. Para el mandatario, la situación obligaba a que el gobierno tomara una actitud firme, proactiva y, sobre todo, que ofreciera resultados eficientes en el corto plazo. Por ello, se enfocó en trabajar diferentes proyectos de ley en el Congreso. Así creó el precedente para que se analizaran los primeros 100 días de las siguientes administraciones en EE.UU., tendencia que se ha convertido en una “tradición” y que ha sido adoptada en la mayoría de los países occidentales.
Roosevelt propuso un ambicioso paquete de reformas legislativas y administrativas, a las que llamó “New Deal” (Nuevo Acuerdo), las mismas que requerían el total consenso del Legislativo y un verdadero pacto social. Así, el inquilino de la Casa Blanca llamó inmediatamente al Congreso a sesiones extraordinarias, régimen que mantuvo durante los primeros tres meses. Se dice que muchos legisladores habían olvidado ser republicanos o demócratas, ya que trabajaron juntos para aliviar la crisis.
En México no hay evidencia de presidentes que hayan realizado cambios del tamaño de lo que hizo Roosevelt al inicio de su gestión. Algunos mandatarios dieron importantes golpes mediáticos, con capturas principalmente, pero que no determinaron la línea del sexenio:
López Mateos encarceló al líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, pero su administración no mejoró sustantivamente los ferrocarriles; Díaz Ordaz enfrentó a los médicos, pero no mejoró el sistema de salud en su sexenio; Salinas encarceló al líder petrolero Joaquín Hernández “La Quina”, pero no mejoró el régimen de Pemex; Zedillo encarceló a Raúl Salinas, pero no se registró una notable mejoría en la honestidad gubernamental; Vicente Fox… bueno, se olvidó para lo que fue electo. Y el actual….
¿Qué acciones relevantes podremos observar y palpar en el nuevo Gobierno estatal y en los diferentes municipios de Quintana Roo? En este ejemplar de Gente, decidimos entrevistar a los principales actores de los municipios; dado que son 11, elegimos darles voz en esta ocasión, a las Mujeres Alcaldesas. Cada una presenta características diferentes y personalidades únicas. Gracias a este acercamiento, nuestros lectores podrán inferir lo que le espera a cada municipio. Esperamos les sea de utilidad…