Editorial Diciembre 2009 – Enero 2010

Cuando podemos observar que infinidad de narcotienditas operan como si fueran parte del empresariado, cuando las extorsiones a conductores locales y extranjeros son más que cínicamente cotidianas, cuando ya hasta casi nos acostumbramos a los robos de casas y comercios, el escuchar a un hombre como Mauricio Fernández, alcalde de San Pedro Garza García decir “voy a tomar atribuciones que no tengo porque vamos a agarrar al toro por los cuernos para combatir a la delincuencia organizada”… genera sentimientos encontrados.
Quizá todo quede en discurso, ojalá que no, sin embargo, en muchísimas ocasiones, dependemos de la voluntad de un líder, un líder que realmente actúe como tal para que un país progrese; ese pretexto de que hay crímenes federales y otros estatales y por ello resulta complicado actuar contra la delincuencia, no solo es ofensivo sino se torna en pretexto para evadir responsabilidades.
Mauricio Fernández se ve tan decidido a proteger a sus habitantes, que apenas a unas semanas de asumir el poder, ya planea dotar con equipo israelí y ruso valuado en 1.5 millones de dólares a un cuerpo “especial” de inteligencia contra el crimen organizado. Parece que va en serio y sabe las consecuencias de ello; va tan en serio que, precavido y a sabiendas de con quienes se enfrenta, hasta sacó a su familia del país para evitar un atentado por parte del narcotráfico.
Antes de tomar posesión, en dicho municipio las estadísticas iban así: una sola banda realizaba en promedio tres plagios por semana, cobraba de un millón a cinco millones de pesos para liberar a los secuestrados y amenazaba a las familias con tomar represalias si denunciaban ante las autoridades. Casualidad o realidad: cesaron extorsiones. Más estadísticas: a bares y discotecas se les estaban cobrando cuotas de 100 mil pesos mensuales desde hace poco, los negocios ya no son extorsionados.
¡Qué ganas de que Fernández viniera a hacer lo mismo por acá, pero, qué paradójico es el poder, apenas en su toma de protesta habló fuerte y no pasaron más que unos cuantos días y el “sistema” le hizo sentir su fuerza: el alcalde fue llamado por la PGR, luego, el propio Pte. de la República se lanzó contra quienes se quieren “tomar atribuciones que no les corresponden” y hasta el embajador estadounidense envió directas e indirectas. En lugar de intimidar al alcalde ¿porqué no apoyarlo a que logre resultados? Es México…
Yvette Hesse Espinosa
Dirección Gral.