Editorial Febrero – Marzo 2008

¿Por qué la delincuencia organizada ha ganado cada vez más fuerza en el país hasta parecer casi nula la respuesta del Estado Mexicano? A pesar que desde 1993 mediante decreto se creó la Dirección Nacional de Prevención del Delito como órgano de jurisdicción nacional -dependiente del Poder Ejecutivo-, ha predominado la estrategia punitiva y no preventiva y, quizá lo peor: no existe coordinación de las corporaciones policíacas ni siquiera las de un mismo estado; por si fuera poco, la lucha de egos entre los titulares de las distintas dependencias gubernamentales (salud, educación, cultura y deporte) tanto federales, como estatales y municipales, no han permitido que se implementen programas integrales de prevención del delito. ¿Cuáles son las consecuencias de esta falta de visión?
Que las que se supone son áreas de trabajo como la protección a la infancia y adolescencia, a la mujer y la familia, a las víctimas del delito y la mismísima prevención de conductas delictivas sean un iluso sueño platónico. ¿Por qué resulta importante la prevención del delito? Tan significativo es el asunto que a nivel internacional infinidad de programas se han enfocado a ello, por ejemplo, el Centro de Prevención Internacional del Delito de la Organización de Naciones Unidas que es organismo dedicado a combatir la delincuencia organizada transnacional, la corrupción, el terrorismo y el tráfico de seres humanos mediante diversos mecanismos de cooperación; además de su parte operativa, también fomenta la creación de instrumentos jurídicos para enfrentar los tremendos desafíos que representa la delincuencia mundial.
Y es que, antes que nada, es necesario que las cabezas de las decisiones, léase, presidente, gobernadores y alcaldes, acepten la realidad: la delincuencia tiende a ampliarse, está cobrando más fuerza y está volviéndose más compleja. La amenaza latente, es, ni más ni menos, un obstáculo para el desarrollo socioeconómico de los países. Datos de la propia ONU advierten: la corrupción que acompaña a la delincuencia también significa un fuerte freno a las inversiones, llegan a perderse hasta un 5%; y, por si fuera poco, el crecimiento económico también es afectado, ya que se pierde hasta un 1% anualmente.
Ya en otros países se tiene claro que los lucidos operativos no son precisamente una herramienta eficaz, sino que la tarea de inteligencia, la de coordinación y la de prevención son entre otras, las estrategias más eficaces. En México han sido diversos líderes empresariales y sociales quienes preocupados, insisten en señalar cuál es el fondo de la problemática: el jefe del Ejecutivo, legisladores y el Poder Judicial, junto con Gobernadores y Alcaldes, deben proponer unos, aprobar otros y accionar los demás, modificaciones a las leyes correspondientes para coordinar a las policías que trabajan en los tres niveles de gobierno. Si no hay absoluta coordinación entre todas las corporaciones policíacas, lo único que se logrará es generar un tremendo caos como ya lo estamos padeciendo.

Yvette Hesse

Dirección General