Editorial Octubre – Noviembre 2006

LO MEJOR ESTÁ POR VENIR ¿DE VERAS?

Los criterios para medir el desempleo, parecen métodos utilizados por Pinocho. Cuando a veces no nos podemos explicar porqué la información oficial de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) afirma que durante el sexenio que fenece, los incrementos reales del salario promedio de cotización han sido favorables y que a los trabajadores les empezó a ir mejor, nada más que, pequeño detalle, en la vida real, observamos a millones mexicanos que subsisten con ínfimos ingresos, la explicación, de tan sencilla, parece una broma de mal gusto: para sus cálculos, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) cuenta como población ocupada a quienes en una semana laboran sólo una hora o un día a cambio de un ingreso monetario, en especie o incluso sin recibir pago alguno. El INEGI considera que tiene empleo la persona que se encuentra ocupada en la economía formal o informal, es decir, los chicos que limpian el parabrisas o quienes piden limosna, para efectos de cifras oficiales, están ocupados, no son desempleados.
Lo más irrisorio es que en las estadísticas oficiales también se considera empleados a quienes al momento de la encuesta dicen que podrían empezar a trabajar digamos en un mes, así como a quienes no laboran temporalmente por permisos, enfermedades, motivos personales o vacaciones. O sea, si a un desempleado le preguntan si trabajará en breve, lo más seguro es que por pena diga ‘claro’; pues eso basta para que se le incluya en la población económicamente activa (PEA). Ahora bien, aún con estos criterios fuera de toda lógica, la tasa de desocupación a nivel nacional en julio pasado fue de 3.95% de la PEA, su mayor nivel durante el año, así lo arrojaron cifras oficiales. Si bien la desocupación reportó altibajos en el año, hubo una terrible constante: al considerar sólo el conjunto de 32 principales áreas urbanas del país, la desocupación fue de 5.20% de la PEA.
No obstante estos datos, lo que provoca cierta ‘curiosidad’, es que el mismísimo INEGI precisa que el 96.05% de la PEA es decir, entonces, casi todos los mexicanos tuvieron trabajo; en el esquema por cierto, se considera a la población en edad de trabajar como aquella de 14 años en adelante. La realidad de la calle es completamente otra. Ya varios especialistas han señalado los ridículos sesgos que distorsionan peligrosamente los datos oficiales. Estrenaremos sexenio, resulta indispensable utilizar lineamientos internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para transparentar los indicadores, los marcos conceptuales deben considerar nuevas categorías laborales que antes por conveniencia o por ignorancia mejor ni se veían. Esconder la realidad no es la solución.

Yvette Hesse

Dirección General