Casi el 100% de los niños Grameen que empiezan sus estudios los acaban. Muchos están en la Universidad: el banco les financia y ellos se comprometen a devolverlo cuando empiecen a trabajar. Microcrédito.
Poco después de que Bangladesh obtuviese la independencia y con ello, la euforia de construir una ciudad próspera invadiera a sus habitantes, Muhammad Yunus acepta la dirección del departamento de Economía de la Universidad de Chittagong.
Corría el año de 1972. El joven profesor Yunus, en su recorrido diario hacia la Universidad, se desplazaba por aldeas que eran caracterizadas por la miseria. No pudo soportar tanto tiempo el contraste entre el ambiente universitario y la decadencia que lo rodeaba. Decidió que debía renunciar a todo lo que había aprendido en las aulas para intentar ser un ser humano y buscar un modo de ser útil a otros seres humanos.
Muhammad se dedicó un tiempo a convivir con los habitantes de la aldea de Jobra, cercana a la Universidad. Observó que uno de los grandes problemas eran los prestamistas quienes imponían condiciones inadmisibles pues al final provocaba que la gente viviera en estado de semi-esclavitud. Los bancos tradicionales no concedían préstamos a aquellos que no pudiesen ofrecer garantías, y ello generaba un círculo vicioso de pobreza.
Elaboró entonces una lista de 42 personas fuertemente endeudadas que, en total, debían 27 dólares. El primer impulso de Yunus fue ponerlo de su propio bolsillo. “No quería que pareciera un favor, sólo pensé que ya que pedían dinero a un prestamista podían pedírmelo a mí, pero yo no les cobraría intereses. Podían simplemente prometer devolvérmelo”.
La reacción positiva de la gente ante una cantidad tan pequeña, generó la idea de que los bancos deberían adoptar la misma visión. Así, visitó al director del campus universitario y cuando le propuso prestar dinero a los pobres, soltó una carcajada. La respuesta fue la misma en todas partes: “no se puede prestar dinero a los pobres ya que no pueden devolverlo”.
Para lograr que cedieran, Yunus se ofreció como aval y después de seis meses el banco lo aceptó para un máximo de 300 dólares. Recuperó hasta el último centavo. Probó que se equivocaban y amplió el préstamo a otra aldea más, luego a cinco, diez, veinte, sesenta… el dinero siempre volvía.
Ya que los bancos no le hacían caso, el éxito de su acción lo llevó a establecer, en 1976, el Banco Grameen (el banco de los pobres). Se creó con la intención de conceder microcréditos únicamente a personas desfavorecidas, convirtiéndose éstas en accionistas de la entidad.
Todo gira en torno a la llamada “garantía solidaria” que consiste en prestar el dinero a las dos mujeres más pobres de un grupo de cinco y las demás no reciben su préstamo hasta que las dos primeras lo han devuelto, de tal manera que se crea una especie de red de apoyo-presión. Si uno deja de pagar, todos pierden la posibilidad de recibir nuevas ayudas.
Esta institución sin ánimo de lucro ha salvado de la miseria a cientos de miles de habitantes. El Banco funciona en la actualidad con más de 22.000 empleados que trabajan en las calles de casi 38.000 de las 68.000 aldeas y pueblos de Bangladesh, y concede préstamos a 2,3 millones de personas, de los cuales, el 94% son mujeres pobres, siendo la tasa de devolución de los mismos del 97%. Yunus ha exportado la fórmula Grameen a muchos sitios, y los microcréditos se aplican con éxito en más de sesenta países de Asia, África, Europa y América.
En octubre de 2006, Yunus y el Banco Grameen, fueron galardonados con el premio Nobel de la Paz “debido a su lucha por una economía justa para las clases pobres”. Lo que algunas décadas atrás parecía una idea imposible se vio así reconocida con la concesión del prestigiado premio.
El revolucionario Muhammad Yunus ha exportado la fórmula Grammen, partiendo de la base de que las condiciones culturales, geográficas y climáticas pueden variar pero ricos y pobres vivimos en el mismo planeta, donde el dinero es necesario para obtener bienestar.
Si no tienes el primer dólar no podrás conseguir el segundo y seguirás siendo pobre toda la vida, sería el símil de cuando se dice que al generar tu primer millón, es más sencillo ganar los siguientes millones. Muhammad Yunus demostró con hechos, de manera tangible e inequívoca que la economía global no tiene porqué favorecer solo a los megaricos. Una solución capitalista, para un problema del capitalismo…
Por: Yvette de la Fuente