En el primer trimestre del año, la economía estadounidense se contrajo 4.8%
Pandemia. La aliada demócrata en la elección presidencial. No cabe duda que todo es incierto e impermanente. La crisis disparada mundialmente por el COVID-19, no solo ha implicado grandes cambios en la cotidianidad ciudadana y en la interacción económica y mercantil entre países; también implica grandes transformaciones en el escenario político del más alto nivel.
A raíz de que el Partido Demócrata de los Estados Unidos tardó meses enteros en definir a su candidato presidencial para las elecciones a celebrarse en noviembre de este año, Donald Trump fortaleció su popularidad, siendo desde muy temprano, el candidato oficial Del Partido Republicano para la reelección. Los mercados internacionales resintieron aquella popularidad del presidente, percibiéndose nerviosos ante una alta probabilidad de 4 años más del excéntrico dignatario en el poder.
Elección Presidencial. Sin embargo; la pandemia llegó con todo al mundo y a los Estados Unidos, específicamente; dejando a millones de personas sin empleo y a la industria paralizada. En unas cuantas semanas, la potencia norteamericana pasó de ser una economía boyante y con cifras mínimas de personas en paro, a recibir en abril, más de 26 millones de solicitudes de apoyo por desempleo, con la mayor caída de la actividad económica desde la Gran Depresión de 1929.
Tan sólo en el primer trimestre del año, la economía estadounidense se contrajo 4.8%; siendo la primera caída trimestral registrada desde la gran crisis del 2008.
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Esta realidad sin precedentes, ha traído consigo el fenómeno del alza en la percepción ciudadana desfavorable al respecto del gobierno encabezado por Donald Trump, que mes tras mes pierde adeptos y seguidores para la contienda electoral presidencial.
Resulta evidente la reacción del pueblo cuando se vota con el bolsillo; no hay pero que valga. La ciudadanía necesita sostener a sus familias y sin ingresos económicos garantizados, el malestar social se vuelve inminente. Joe Biden; el candidato demócrata ya oficial, que fungió como vicepresidente de los Estados Unidos en el periodo de Barack Obama, lleva la delantera en las preferencias electorales, a pesar de los esfuerzos de Donald Trump por retomar su liderazgo.
Elección Presidencial. Las artimañas políticas implementadas por el presidente para levantar las encuestas a su favor, incluyen; como es su costumbre, la victimización, culpando al mundo entero por la recesión y el caos interno generado por el coronavirus.
Para tapar las críticas que ha recibido su gobierno, por no haber actuado a tiempo para contener los contagios que lo llevaron a convertirse en el epicentro global de la pandemia en abril, Donald Trump ha iniciado una campaña de desprestigio contra su ya de por sí rival comercial; China.
Después de haber desestimado inicialmente las alertas del gobierno asiático sobre la potencialidad del virus, criticando a Xi Yinping por su “sobre-reacción” ante la flamante presencia del coronavirus, ahora señala a China, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), como responsables por la pandemia.
Pandemia. La aliada demócrata en la elección presidencial. Los acusa de no haber advertido a tiempo sobre el peligro que representaba el COVID-19, de negligencia por parte del organismo en la gestión de la pandemia y de encubrimiento al gigante asiático, al grado de suspender temporalmente los fondos que Estados Unidos aporta a la OMS para su propia operatividad.
La presión gubernamental ha llegado al punto de amenazar con retirar la membresía estadounidense del organismo, si no garantiza cambios sustanciales a corto plazo.
Trump sabe cómo utilizar su poder hegemónico para manipular, lo mismo a países que a instituciones supranacionales, para sus propios intereses; tal como lo ha hecho también con la Organización Mundial del Comercio, donde se opone desde hace meses, a la renovación del órgano de apelación en los litigios comerciales; factor que tiene paralizado a ese departamento que representa gran parte de la operatividad primordial de dicho organismo.
Elección Presidencial. Entre otras de las artimañas políticas utilizadas por Trump como cortina de humo y para levantar su imagen entre sus seguidores, se encuentra el bloqueo de las fronteras, perjudicando principalmente a los inmigrantes sin papeles que pretenden solicitar asilo en los Estados Unidos.
Con el pretexto de la pandemia y las zonas de alto riesgo de contagio, el gobierno estadounidense decidió unilateralmente, cerrar de manera indefinida la inmigración terrestre; hecho que fortalece su discurso ultra-proteccionista.
Al mismo tiempo, moviendo sus fichas en la política interna, el polémico magnate inició una campaña de desprestigio contra Barak Obama -imagen clave de la campaña de Joe Biden por la presidencia-, a quien acusa de haber intentado boicotear su gobierno, en lo que él llama el Obamagate; haciendo referencia al Watergate que provocó la renuncia del presidente Nixon en los años setenta.
Tanto el señalamiento sobre China; ya sea por cuestiones comerciales o ahora con el coronavirus, en su supuesta responsabilidad sobre la crisis actual, como el bloqueo a la inmigración fronteriza -principalmente proveniente del sur- y el Obamagate, resultan siendo discursos claramente convenientes, ante la intención desesperada por levantar las encuestas a su favor hacia la reelección presidencial.
Sus estrategias políticas tan cuestionables como absurdas, no parecen dar los resultados esperados, por más que lo intente, pero no todo está escrito; habrá que esperar al resultado de las elecciones. No sea que nos vayamos a topar con la misma sorpresa de hace 4 años.
*Rebeca Rodríguez Minor. Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos). Doctorado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Co-autora del libro La reconstrucción de la política exterior de México: principios, ámbitos y acciones, de Jorge Navarrete (coord.) editado por la UNAM. Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac. rebeca.rodriguez@anahuac.mx
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