Editorial Octubre – Noviembre 2008

¿Miedo a la competencia? ¿Apatía por la capacitación? ¿Desprecio por la evaluación? No es gratuito que México ocupe lugares ínfimos en el ranking internacional cuando de nivel educativo se trata. ¡Cómo queríamos que nuestros niños tuviesen un nivel adecuado cuando ya vivimos de cerca los vicios del magisterio? ¿Cuando casi 300 mil pequeños se quedaron sin clases durante más de un mes? Sabíamos de la venta de plazas, sabíamos de las riquezas súbitas de muchísimos dirigentes sindicales, pero quizá no percibíamos tan claramente la enorme falta de convicción y de tantos y tantos maestros.
Desde una visión de largo plazo, ¿qué esperamos como país cuando los docentes se oponen terminantemente a profesionalizar la educación pública? cuando antepusieron los supuestas conquistas laborales por sobre su labor; no hay que ser demasiado inteligente para analizar que al oponerse a la Alianza para la Educación, en realidad se oponían a elevar el nivel educativo; querían seguir más bien, la profesionalización de las mafias, querían consolidar las ofensivas ventajas económicas que unos cuantos listos obtienen; lo peor de todo es eso: solo unos cuantos dirigentes realmente obtienen beneficios del anquilosado sistema que había funcionado por décadas.
Para tener un panorama claro de lo que la Alianza significa, solo hay que leer los conceptos básicos del documento: “Ingreso y promoción de todas las nuevas plazas y todas las vacantes definitivas y funciones directivas por la vía de concurso nacional público de oposición convocado y dictaminado de manera independiente. Evaluación exhaustiva y periódica de todos los actores del proceso educativo. El desempeño como eje de la contratación y la promoción. Establecimiento de estándares de desempeño”. En términos de comunes mortales: competencia, si no se tiene conocimiento, habilidad y perfil, no se puede acceder al trabajo, o sea, con esto se elimina la venta de plazas.
Alguien con mucho tino comentó “es como si por ser piloto de avión, le heredo la plaza a mi hijo o la vendo a un amigo aunque no tenga ni la experiencia ni la aptitud para pilotear una aeronave, con este hombre vas a volar ¿le confiarías tu vida? Así hemos confiado la educación de los niños del país, a muchos de quienes han heredado y comprado las plazas. ¡Cómo queríamos estar en buenas posiciones del ranking internacional!

Yvette Hesse

Dirección General